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Son las 7 de la mañana, suena el despertador. Antes de levantarte de la cama, haces un “checklist mental” de todos los momentos y las tareas a las que tienes que enfrentarte a lo largo del día.
Te acuerdas que, precisamente hoy, tienes cita en el médico para revisión rutinaria con tu hijo “pequeño” y llevar al “grande” al partido de fútbol, con media hora de margen entre una actividad y otra…
¿Cómo lo harás? Fácil: activas tu “superpoder” y coordinas con tu pareja todas las actividades. ¡UPS!… Hoy tenía reunión.
Reorganizas tu checklist e intentas cuadrar agenda de esa tarde; salen a las 16.00h del cole, los recoges, llevas al peque a su revisión con el médico (que esperas con mucho interés que no se retrase), cuando acabes llevas al grande al partido, que está justo al lado de la academia de inglés del pequeño. Perfecto, van encajando los planes. Cuando terminan sendas actividades, los recoges y llegáis a casa.
¡Cuenta atrás! tenemos una hora para hacer los deberes del cole antes de comenzar la rutina de baño y cena, pero a esa hora el “peque” ya no se concentra igual… me lo dijo su terapeuta ¡se me olvidó! Es que mi hijo es mi vivo reflejo, aun así, no hubiera podido cumplir con esa directriz, ha sido “físicamente” imposible, eso me alivia, en parte…
Terminamos los deberes y revisamos las normas que nos mandó su terapeuta. ¿Se han cumplido hoy? ¡perfecto! nos premiamos, pero no nos da tiempo a canjear nuestro ansiado reforzador, otro día más sin jugar al “Uno” ¡con lo que le gusta! Bueno, mañana será otro día y si me organizo mejor, podremos jugar un rato.
Esta “historia” puede ser la de cualquier padre y/o madre con hijos en edad escolar. En ocasiones, cumplir una rutina con éxito puede convertirse en un gran reto para las familias y, más aún, si añadimos como actividad semanal acudir a terapia. Ser buenos organizadores nos ayudará a “sobrellevar” el día a día, estableciéndonos objetivos realistas y optimizando nuestro tiempo.
Eso por ello que la implicación de la familia en todos los momentos de intervención psicopedagógica se torna imprescindible. Comenzar en las primeras sesiones a recibir información sobre la patología y ser conscientes de cómo es nuestra dinámica familiar, serán el punto de partida de todo programa de intervención. Cuando hay un conocimiento acerca de lo que supone el trastorno y las dificultades que pueda presentar, se le pueden ofrecer un mayor número de posibilidades que harán que la evolución del niño/a sea más positiva. Según Grau (2007) cuando esto no sucede, los síntomas pueden empeorar, por lo que se puede aventurar a decir que el ambiente psicosocial desempeña un papel modulador fundamental, ya que todos aquellos síntomas que presentan son comprendidos y manejados en la gran mayoría de los casos por su entorno (López Collado B, Romero Ayuso DM, 2012).
Llegados a este punto, no podemos perder de vista los momentos compartidos con nuestros hijos/as, en los que nos “despojaremos” de toda presión académica y fortaleceremos nuestro lazo familiar (si, manteniendo presente las pautas de mi terapeuta). Estas situaciones se convierten en grandes escenarios para disfrutar sin condiciones, canjear nuestro reforzador (es importante que esto se produzca, si no pierde efectividad), anotar en nuestro diario conductas “objetivo” y, bueno, dejarnos llevar un poco, por el momento.
Actividades divertidas:
- Elaborar una receta de cocina: Cocinar es divertido y más aún si jugamos con la masa, nos ensuciamos, picoteamos un poco… ¡a los peques les encanta!
- Hacer una manualidad: Podemos aprovechar para reciclar material que tengamos en casa; tubo de papel higiénico, alguna botella de agua, papeles de colores… y hacer nuestra gran obra de arte que expondremos en la galería de nuestro salón
- Juegos de mesa: Estos juegos, además de favorecer y reforzar muchos de los procesos y Funciones del Sistema Ejecutivo, son una forma divertida de poner en práctica nuestro ingenio. Escoged vuestros favoritos ¡hay miles!
- Hacer deporte juntos: Sacar partido a vuestras habilidades motoras (¡todos tenemos una!) para realizar esta actividad en familia. Tomaros el tiempo que necesitéis.” Mens sana in Corpore Sano”.
- Leer juntos: Un contexto familiar alfabetizador aporta múltiples beneficios, mejorando variables psicolingüísticas y cognitivas y, en consecuencia, una mejora del aprendizaje de la lectura (Romero-González , M., Lavigne-Cerván , Ro., Sánchez-Muñoz de León, M., Gamboa-Ternero, S., Juárez Ruiz De Mier, R., Romero-Pérez, J.F., 2021). Esta actividad nos sumerge en el fascinante mundo de la lectura.
Desde Neuropsipe os dejamos estas pautas para que podáis disfruta del tiempo en familia sin que suponga un estrés el día a día junto a los imprevistos que puedan surgir. Os recomendamos reservar un tiempo para ellos y dejar volar tu imaginación, para disfrutar al máximo de los momentos compartidos en familia.