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En mes pasado os explicamos los beneficios del deporte y ejercicio físico en los niños con TDAH, en relación con su conducta y pensamiento. Ahora bien, el deporte –sobre todo en equipo– favorece otros ámbitos, social y emocional, fundamentales en el desarrollo de los más pequeños.
Sus emociones y sentimientos
Identificar las emociones y sentimientos, en uno mismo o en los demás, es muy difícil. Imagina tener que reconocerlas y gestionarlas cuando te pierdes señales, gestos, comentarios… cuando tu nivel de actividad es mayor y controlar la impulsividad te resulta costoso. Gracias al ejercicio físico pueden aprender a:
- Identificar sus emociones y sentimientos negativos como el enfado, la frustración y la tristeza. Sensaciones físicas que provocan, pensamientos…
- Gestionar esas mismas emociones y sentimientos. Tolerar si pierdo, si no obtengo los resultados que esperaba, controlar la ira con técnicas de autorregulación concretas…
- Reconocer y disfrutar de las emociones positivas, como la felicidad.
- Identificar señales en otros y aprender a interpretarlas. ¿Qué sienten los demás y por qué? Los gestos de los compañeros, si el compañero tiene el ceño fruncido porque se está enfadando o porque no entiende qué sucede, si está triste…
Su forma de relacionarse y comunicarse
Durante el deporte, los niños desarrollan habilidades fundamentales para vivir en sociedad, tales como:
- Iniciar, mantener y finalizar conversaciones de la forma adecuada.
- Diferenciar los estilos de interacción, procurando potenciar decisiones y conductas asertivas.
- Comprender y anticipar los estados mentales de los compañeros (conocimientos, creencias, deseos…).
- Interpretar situaciones y claves sociales.
- Resolver conflictos en el juego.
Además, la actividad física y su rendimiento en el deporte, así como en todos los procesos que conlleva, también puede influir de forma positiva en su autoconcepto y autoestima, ganando seguridad en sí mismos. También les ayuda a crear su sistema de valores, basados en el respeto, la empatía, perseverancia y disciplina; a establecer vínculos y temas en común con su familia, compartir experiencias…
En resumidas cuentas, hacer actividad física es más que mantener nuestros órganos y músculos activos. Con una guía adecuada, se convierten en oportunidades de aprendizaje y en una fuente de motivación para nuestros hijos.